Amor, cuando te digan que te olvidé, y aun cuando sea yo quien lo dice, cuando yo te lo diga, no me creas, quién y cómo podrían cortarte de mi pecho?

islandia siete

>> 9 de octubre de 2012


me perdí en una noche
/ y todo me parecía un imán a lo invisible de un río /
/ o irreversible vos, que mi corazón se cayó /
es tarde para algunas palabras, si sabré sentirlo,
no es la herida, sino el miedo de una fiera
libre y acorralada con suave sonrisa
/ pero islandia vos, tan lejos /
en el final de cada abismo vuelve a soplar el viento

y vuelve a soplar el viento

así me olvidé del cielo,
/ yo te hubiera dado el siglo /


robado de acá.

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islandia seis

>> 20 de septiembre de 2012


despertar en hora, un país de islandias derritiéndose en vos
/ yo no supe ni caí en gracia / el futuro pasa de largo y hoy / sé lo que sé:

en un instante
un cuerpo
que es más de lo que podemos

primera vida, sólo tengo primera vida
y en la punta del hemisferio soy el continente: la piel es música
suave extendida sobre el tiempo / karmático ahora puro /

/ las cosas que se desean se toman con las manos /


(robado de acá con permiso)

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islandia cinco

>> 13 de septiembre de 2012


y desarmé la tierra de sonidos:
es noche de luna llena como para que hagas vacío,
vacío de esplendor
/ si algo hay, una tormenta indeleble /
/ o acaso se desintegre tu islandia si me voy /
un fuego
y no hay retorno, si soy como polvo, si no hay retorno
/ el cuerpo que creamos fue perfecto /
sólo que el tiempo no es sereno
/ desdoblé mi espalda como sábana /
/ queriendo cubrir todo un segundo roto /
cinco veces o más,
no sé contar mi única vertical:

así las cosas

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cuál es la palabra mágica

>> 6 de septiembre de 2012


cuál es la palabra mágica
adónde está el interruptor
cómo se llama al olvido
quién sabe la contraseña
qué se hace con la pena
cuándo se termina por fin
esta malaria de extrañarte

(robado de acá con permiso)

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las cosas que no digo


las cosas que no digo
porque no las decís vos
lo que no hago
porque es tu turno
las manos que no tiendo
porque no sé si están las tuyas
del otro lado
(aunque estén)
las veces que no te llamo
porque no oigo tu voz
del otro lado, llamándome
las canciones que no te canto
porque se me desnuda el alma
y quizás tus ojos no la vean
y la dejen ahí, muriendosé de frío
los mensajes que no te mando
ni en botellas ni con palomas
porque te toca a vos, la pelota
está en tu cancha y me quedo
con cosas que no te digo
con sueños que no te cuento
con besos que no te doy
con preguntas que no te hago
porque me da miedo
que no me digas
que no me sueñes
que no me beses
que no respondas
(que no te quedes)

(robado de acá con permiso)

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soy una mujer de palabras


soy una mujer de palabras
debo confesar que
las digo, las escucho, las leo
las saboreo despacio cuando son justas
cuando hago el amor las necesito
después del beso pienso
en la crónica de ese beso
las canto a las palabras también y
me estremezco cuando alguien puede
con música decir mis miedos mudos
o mis alegrías tan mías que a veces
se sienten solas porque no somos
muchos los que leemos los que vivimos
con esa clave ese deseo esa necesidad
de contar el mundo las vidas los días
los abrazos los encuentros

soy una mujer de palabras
cuando siento lo digo aunque
a veces trato de refrenar
ese impulso sincericida
pero si lo siento me inundo me desborda
la emoción y se escapan de mi
los te quiero los ya basta, los hasta acá
y allá van, buscando resonar

esta noche que siento sólo el silencio
de este comienzo que no fue nada
lleno de palabras este éter
para decir lo que no puedo
para creer en los encuentros
en reir en llorar en creer en probar
en los cuerpos hablando el amor
en hacer que valga la pena vivir

aunque sea, nomás, para contarlo.

(robado de acá con permiso)

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que tengo algo que decirte


Que tengo algo que decirte.
Sabrás que
Tengo algo para decirte
En la punta de los dedos
(estos que sueñan que te desnudan)
Tengo que decirlo
Para que no haga tanta fuerza
Desde este adentro
Me agota, me deja exhausta
Este no querer disfrazado de no poder
Este miedo que me tapa la boca
Me cierra las ojos
Para que no se lea
No se vea
No se sienta
No se escape
Esto que tengo para decirte

Podria probar
Escribirte una carta
Firmar con mi nombre verdadero
Ahorrarme así tu desconcierto
Y acaso tu desprecio
Porque, claro, de eso me habla
Al oido sano mi miedo

O podria, tambien
Llamar por teléfono
Decir: tengo algo para decirte
tengo dedos que sueñan que te desnudan
Y cortar, quizás
Ante el silencio del otro lado de la línea

O tal vez, pruebe
Con soltar estas palabras al viento
Hacer una grulla de papel
Que tenga alas y vuele
Hasta tu ventana
O a la vereda de tu casa
Te llame la atención
Y al desplegarla, leas
Que tengo dedos que sueñan que te desnudan

Quizás escriba esto, acá nomás
Esperando que el azar te traiga hasta mis letras
Hasta que pueda
Golpear tu puerta para decir:
Tengo algo que decirte.

(robado de acá con permiso)

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a veces

a veces
duermo acompañada
a veces está bueno
a veces
no.

a veces
me doy cuenta
de respirar
a veces
no.

a veces
me sorprendo
de tener amigos
tan pero tan queridos
dispersos por el mundo
a veces
los visito
y vuelvo otra.

a veces
leo a cortázar
y me lleno de palabras
a veces
leo a marcela serrano
y me lleno de silencios.

a veces
me acuerdo.
a veces
doy besos memorables.
a veces
me olvidan enseguida nomás.

a veces
canto
lloro
río
grito
voy
vengo
busco
encuentro
escribo.

a veces
te espero.
a veces
nomás.

(robado de acá, con permiso)

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islandia cuatro

>> 3 de septiembre de 2012


atravesada de vos
/ que todas las grietas te las llevás puertas adentro /
sospecho: el humo en islandia cuatro fue nuestro cuerpo
y lo que ardía era el miedo
de no vernos en ningún espejo
yo nací otra vez / lo puedo contar /
a través de los árboles
y con un pequeño amor en los bolsillos
tiré piedras al mar, tiré
todo el lenguaje y el desapego
/ mis besos cayeron como una tela sobre tu pelo /
/ alguna vez creí en eso / en intentar la línea / acá islandia, allá vos /
/ pero es ficticio y real a la vez /
estoy eléctrica / dios mío /
y las cosas, parece, se desintegran con el tiempo
/ hay resplandor suficiente /

robado de acá (con permiso)

Se me van todos a leer este blog maravilloso porque todavía estoy aplaudiendo estas letras.

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islandia tres


mañana despertaré
con lo pequeño del mar mojándome la sien
yo sé que estaré en islandia tres
escarbando la tierra
/ ¿ves? /
adentro de ese ascensor que baja lento
me caeré de mí
y te diré:
/ estás cerca /
/ estás con el viento incrustado en mi boca /
/ estás y es sólo un rasgo más del devenir /

querida, vos tenés un reino


robado de acá (con permiso)

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islandia dos


ese relámpago cruzó mi cuerpo
desde allá a ese lugar / islandia dos / donde prometí:
/ ya no volveré a sentir escalofríos /
estiré la mano
un movimiento en falso
con el peso del ojo inclinado
a la sed de sueño
/ no sientas pena /
/ el presente desaparece rápido /
y los desiertos que se van amontonando
son las almas que nos fumaremos en la noche

robado de acá (con permiso).

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islandia uno


corazón, tu tiempo envejece
/ y estás lejos / estás en islandia uno /
dos punto cero

la vida es horizontal hoy,
me desvisto y encamino las piedras
/ de aquel espejo /
/ la piel se me pone agria /
/ hilo fino el sonido de mis sábanas /

es mi mejor intento
/ sanar por dentro con estos huesos /

robado de acá (con permiso)

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Oda a la bella desnuda

>> 29 de agosto de 2012

Con casto corazón, con ojos
puros,
te celebro, belleza,
reteniendo la sangre
para que surja y siga
la línea, tu contorno,
para
que te acuestes a mi oda
como en tierra de bosques o en espuma,
en aroma terrestre
o en música marina.

Bella desnuda,
igual
tus pies arqueados
por un antiguo golpe
del viento o del sonido
que tus orejas,
caracolas mínimas
del espléndido mar americano.
Iguales son tus pechos
de paralela plenitud, colmados
por la luz de la vida.
Iguales son
volando
tus párpados de trigo
que descubren
o cierran
dos países profundos en tus ojos.

La línea que tu espalda
ha dividido
en pálidas regiones
se pierde y surge
en dos tersas mitades
de manzana.
y sigue separando
tu hermosura
en dos columnas
de oro quemado, de alabastro fino,
a perderse en tus pies como en dos uvas,
desde donde otra vez arde y se eleva
el árbol doble de tu simetría,
fuego florido, candelabro abierto,
turgente fruta erguida
sobre el pacto del mar y de la tierra.

Tu cuerpo, en qué materia,
ágata, cuarzo, trigo,
se plasmó, fue subiendo
como el pan se levanta
de la temperatura
y señaló colinas
plateadas,
valles de un solo pétalo, dulzuras
de profundo terciopelo,
hasta quedar cuajada
la fina y firme forma femenina?

No sólo es luz que cae
sobre el mundo
la que alarga en tu cuerpo
su nieve sofocada,
sino que se desprende
de ti la claridad como si fueras
encendida por dentro.

Debajo de tu piel vive la luna.

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La Reina

Yo te he nombrado reina.
Hay más altas que tú, más altas.
Hay más puras que tú, más puras.
Hay más bellas que tú, hay más bellas.

Pero tú eres la reina.

Cuando vas por las calles
nadie te reconoce.
Nadie ve tu corona de cristal, nadie mira
la alfombra de oro rojo
que pisas donde pasas,
la alfombra que no existe.

Y cuando asomas
suenan todos los ríos
en mi cuerpo, sacuden
el cielo las campanas,
y un himno llena el mundo.

Sólo tú y yo,
sólo tú y yo, amor mío,
lo escuchamos.

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Lluvia

>> 27 de agosto de 2012


Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados. Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban:
No habían despertado todavía al amor.
No sabían nada de nosotros.
De nuestro secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en nuestro apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible resurrección.
Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda la furia de la lluvia.
Te quiero con todos los violines de la lluvia.
Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada. Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana, increíble, pero, tan real, numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo seamos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de nuestra esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.
La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Oh, íntima, recóndita alegría.
Estoy tocado de tu destino.
Oh, lluvia. Oh, generosa.

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Himno al desacato


Pienso violar todas las leyes,
los órdenes, los ritos, los sistemas.

Voy a treparme a un árbol
y a patear cientos de piedras,
y caminando boca abajo
quizá le vea el trasero
a este mundo embalsamado
donde todo lo que brilla apesta...

Quiero robarme un manojo de estrellas,
pintar la luna de verde
y al sol ponerle una careta.

Así, cuando me tomen de la mano
y me lleven a una celda,
cantaré un himno al desacato,
me pondré las rejas en los ojos
y entonces quedarán encerrados los de afuera...

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X

>> 26 de agosto de 2012

Sí, tú, mi otra yo misma en la horma hechizada de otra piel
ceñida al memorial del rito y la pereza.
No fetiche, donde crujen con alas de langosta los espíritus puestos a secar;
no talismán, como una estrella ajena engarzada en la proa de la propia tiniebla;
no amuleto, para aventar los negros semilleros del azar;
no gato en su función de animal gato;
sino tú, el tótem palpitante en la cadena rota de mi clan.
¡Ese vínculo como un intercambio de secretos en plena combustión!
¡Ese soplo recíproco infundiendo las señales del mal, las señales del bien,
en cada tiempo y a cualquier distancia!
¡Esas suertes ligadas bajo el lacre y los sellos de todos los destinos!
¿No guardabas acaso mi alma ensimismada como una tromba azul entre tus siete vidas?
¿No custodiaba yo tus siete vidas,
semejantes a un nocturno arco iris en mi espacio interior?
Y este rumor y ese gorgoteo,
este remoto chorro de burbujas soterradas
y ese ronco zumbido de abejorro en suspenso entre los laberintos de tu sangre,
¿no serían acaso mi mantra más oculto y tu indecible nombre
y la palabra perdida que al rehacerse rehace con plumas blancas la creación?


(de Cantos a Berenice)

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Hemos perdido aún...

Hemos perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.

Entonces, dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.

Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

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Para que tú me oigas

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías con tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú me oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueño aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.

Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñiendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

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Sin título

>> 24 de agosto de 2012

Yo no vivo, yo ardo.
Yo no lloro, yo lluevo.
Yo no escribo, yo destilo.
Y así todo, todo el tiempo.

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Oda al amor secreto

>> 23 de agosto de 2012

Tú sabes
que adivinan
el misterio:
me ven,
nos ven,
y nada
se ha dicho,
ni tus ojos,
ni tu voz, ni tu pelo,
ni tu amor han hablado,
y lo saben
de pronto,
sin saberlo
lo saben:
me despido y camino
hacia otro lado
y saben
que me esperas.

Alegre
vivo
y canto
y sueño,
seguro
de mí mismo,
y conocen,
de algún modo,
que tú eres mi alegría.
Ven
a través del pantalón oscuro
las llaves
del papel, de la luna
en los jazmines,
el canto en la cascada.
Tú, sin abrir la boca,
desbocada,
tú, cerrando los ojos,
cristalina,
tú, custodiando
entre las hojas negras
una paloma roja,
el vuelo
de un escondido corazón,
y entonces
una sílaba,
una gota
del cielo,
un sonido
suave de sombra y polen
en la oreja,
y todos
lo saben,
amor mío,
circula entre los hombres,
en las librerías,
junto a las mujeres,
cerca
del mercado
rueda
el anillo
de nuestro
secreto
amor
secreto.

Déjalo
que se vaya
rodando
por las calles,
que asuste
a los retratos,
a los muros,
que vaya y vuelva
y salga
con las nuevas
legumbres del mercado,
tiene
tierra,
raíces,
y arriba
una amapola,
tu boca:
una amapola.
Todo
nuestro secreto,
nuestra clave,
palabra
oculta,
sombra,
murmullo,
eso
que alguien
dijo
cuando no estábamos presentes,
es sólo una amapola,
una amapola.

Amor,
amor,
amor,
oh flor secreta,
llama
invisible,
clama
quemadura!

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Viceversa


Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

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La última vez

>> 14 de agosto de 2012

¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste? No buscando una respuesta ni encontrando una certeza, sino la última vez que te escapaste de lo cotidiano y te detuviste. No por cansancio ni por desidia, sino porque sí. ¿Cuándo fue la última vez que te detuviste y dejaste que todo a tu alrededor flotara? Como quien se anima a desconectar las cosas, a quitarles su carácter de utilidad, a sacarlas de la lógica del cálculo. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que no sirviera para nada? Para nada ni para nadie, ya que las servidumbres se presentan de formas muy misteriosas. Algo que no fuese pensado desde la ganancia, el interés o el egoísmo. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo porque sí? No porque te convenía o porque lo necesitabas, o incluso porque lo querías; sino porque sí. O al revés: ¿cuándo fue la última vez que la casualidad hizo con vos algo? No algo productivo, ni profundo, ni siquiera algo en sentido estricto. ¿Cuándo fue la última vez que le diste un abrazo a alguien? No a tus seres queridos ni a personas conocidas, sino a “alguien”, no importa a quien. ¿Cuándo fue la última vez que diste? No importa qué. Un regalo no vale por lo que es, sino que vale en tanto regalo. Un regalo no vale. Un regalo no es. Se da y no vuelve. ¿Cuándo fue la última vez que te abriste? ¿O que no te cerraste? ¿O que demoliste tus puertas? ¿O que dejaste entrar al indigente? ¿O que ese otro irrumpió en vos y te llevó puesto? ¿Cuándo fue la última vez que recordaste? No cuando vence la factura de gas o la fecha del examen, sino que te recordaste como una trama, como una huella, como parte del relato en el que te ves inmerso, como el deseo de querer seguir narrándote. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Simplemente lloraste. De alegría, de tristeza, da igual. Llorar, como quien expresa en ese acto primitivo la existencia viva; como quien solicita, pide, ruega, pero no reclama, ni exige, ni cree merecer.¿Cuándo fue la última vez que te perdiste? No en esta calle o en este trabajo o con este proyecto compartido. Perderse, dejándose llevar por ese acontecimiento imprevisible, dejándolo ser. El mundo está repleto de carteles y señales. El mundo está lleno de héroes que te proponen un formato industrial del ser uno mismo y una carrera exitosa basada en el afianzamiento de lo que sos. No importa qué sos, sino abroquelarte en lo tuyo, o en los tuyos, y sobre todo erigir los muros que hacen del otro y de lo otro algo invisible. Por eso perderse, como quien pasea sin rumbo, o habla con una tortuga, o le pide perdón a un helado por comérselo. Como quien se baja del colectivo para caminar por esas calles extrañas, como quien encuentra una mirada que lo devuelve para adentro y cae en el abismo. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste miedo? No por lo que te pudiera pasar, sino por pensar que tal vez nunca no te pasara nada. ¿Cuándo fue la última vez que preferiste la nada al ser, un olor a un concepto, un insomnio a un ansiolítico, un árbol viejo a un ascensor? ¿Cuándo fue la última vez que te traicionaste, que te animaste, que transgrediste, que te lanzaste, que tuviste un sueño, que creíste, que descreíste, que te arrepentiste, que te afirmaste, que te cuestionaste, que soltaste lo propio y te abriste a la pregunta? ¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste?

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¿Tú sabes lo que eres...

>> 13 de agosto de 2012

¿Tú sabes lo que eres

de mí?
¿Sabes tú el nombre?
No es
el que todos te llaman,
esa palabra usada
que se dicen las gentes,
si besan o se quieren,
porque ya se lo han dicho
otros que se besaron.
Yo no lo sé, lo digo,
se me asoma a los labios
como una aurora virgen
de la que no soy dueño.
Tú tampoco lo sabes,
lo oyes. Y lo recibe
tu oído igual que el silencio
que nos llega hasta el alma
sin saber de qué ausencias
de ruidos está hecho.
¿Son letras, son sonidos?
Es mucho más antiguo.
Lengua de paraíso,
sones primeros, vírgenes
tanteos de los labios,
cuando, antes de los números,
en el aire del mundo
se estrenaban los nombres
de los gozos primeros.
Que se olvidaban luego
para llamarlo todo
de otro modo al hacerlo
otra vez: nuevo son
para el júbilo nuevo.
En ese paraíso
de los tiempos del alma,
allí, en el más antiguo,
es dónde está tu nombre.
Y aunque yo te lo llamo
en mi vida, a tu vida,
con mi boca, a tu oído,
en esta realidad,
como él no deja huella
en memoria ni en signo,
y apenas lo percibes,
nítido y momentáneo,
a su cielo se vuelve
todo alado de olvido,
dicho parece en sueños,
sólo en sueños oído.
Y así, lo que tú eres,
cuando yo te lo digo
no podrá serlo nadie,
nadie podrá decirlo.
Porque ni tú ni yo
conocemos su nombre
que sobre mí desciende,
pasajero de labios,
huésped
fugaz de los oídos
cuando desde mi alma
lo sientes en la tuya,
sin poder aprender,
sin saberlo yo mismo.

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ajeno...

>> 27 de junio de 2012

ajeno, cerca del agua, se desliza el tímpano por la mano que me devora el corazón;
escucho el cielo con verborragia nocturna, su canción me da estupor.
dice que el puñado de piedras se desarma en la fiera tácita de los huesos.
dice: ahí ves tu ruina y ahí ves tu amor.

(robado con permiso de acá)

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El amor

>> 23 de junio de 2012

El amor cambia sus disfraces.
El amor juega a la galantería,
con antiguas palabras,
el Amor se reclina, melancólico,
entre sauces y columnas,
hace bromas, se burla de los celos,
se encrespa, teatral, en el humo de los celos,
multiplica los cálculos,
los engaños, las promesas,
los juramentos gloriosos,
se desmaya ¡ay! se desmaya
y compone admirables escenas,
mientras espía, bajo los párpados entreabiertos,
sutiles;
también escribe cartas sin fin y sin sentido,
con una larga pluma;
rompe papeles,
rompe muchos retratos;
besa retratos,
besa la punta de los dedos;
besa la sombra,
se acoda en las esquinas, con traje de compadrito;
se alza en los balcones de las fiestas sonoras,
con un traje de tul.
Cambia de disfraces.
Cambia incontables disfraces.
Y en los solitarios momentos supremos,
el Amor es un gran tigre herido,
que va entre los juncos de la noche,
sangrando.

(gracias por habérmelo mostrado)

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Le pont

>> 21 de junio de 2012

Il y a une heure où tout se fait abîme. Une
heure seule entre sommeil et insomnie entre

bruit et silence entre gémir et crier, une
où le temps brûle au ralenti au fond des larmes

et qui se perd comme l'eau des orages ou ces bribes
d'étoffe aux buissons çà et là, une heure seule

entre les doigts désespérés de l´âge, entre un
soleil de soie et les prés profonds de juillet,

une heure entre brume et fatigue, entre la chair
affamée et l'innocente aventure d'être.

Une heure où l'on se regarde au reflet du Temps
disparu comme au geste d'effacer au coin

des yeux les rides, une heure comme un lieu d'ombre
entre les mots et la mémoire: je passe je demeure.

(de Une sorte de ciel)

Y la traducción

El puente

Hay una hora en que todo se hace abismo. Una
hora sola entre sueño e insomnio entre

ruido y silencio entre gemir y gritar, una
donde arde el tiempo despacio al fondo de las lágrimas

y que se pierde como el agua de las tormentas o esos jirones
de tela entre las zarzas aquí y allá, una hora sola

entre los dedos desesperados de la edad, entre un
sol de seda y los prados profundos de julio,

una hora entre bruma y fatiga, entre la carne
hambrienta y la inocente aventura de ser.

Una hora en la que uno se mira en el reflejo del Tiempo
desaparecido como en el gesto de borrar en la comisura

de los ojos las arrugas, una hora como un lugar de sombra
entre las palabras y la memoria: transcurro permanezco.

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Poema del desencanto

>> 16 de junio de 2012

Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora
como dos fugitivos de una misma condena.
Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:
No valías la pena.

Ya llegaba el otoño y ardía el mediodía.
Sentí tu sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,
pero acerqué mis labios y la encontré vacía.
No valías la pena.

Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,
o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.
Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:
No valías le pena.

Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,
y el eslabón amable que es más que una condena.
Pero hoy puedo decirlo, sin rencor ni despecho:
No valías la pena.

Me alegré con tu risa; me apené por tu llanto,
sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.
Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,
no valías la pena.

Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,
o acaso el desaliento del que sembró en la arena.
Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:
No valías la pena.

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te perdiste

>> 14 de junio de 2012

te perdiste
con un dejo de rutina en el aire
- irrecuperable
(la rutina, el aire)
te dejaste imantar y abandonar en mi pupila,
fuiste verdegris en un sólo cielo quemado,
(el agua, el agua)
y caramelo de árbol, te doy mi lengua, no se puede caer más bajo que esto,
no se puede, no se puede,
pero tengo la galaxia incompleta
- como la pared
(la memoria, ahora)
y la luz marcial filtrando por la ventana:
me deja marcas mientras duermo

(Visto y robado -con permiso- de acá)

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Quatre poèmes d'amour à Hélène

>> 13 de junio de 2012

II

Je t'attendais ainsi qu'on attend les navires
dans les années de sécheresse quand le blé
ne monte pas plus haut qu'une oreille dans l'herbe
qui écoute apeurée la grande voix du temps.

Je t'attendais et tous les quais toutes les routes
ont retenti du pas brûlant qui s'en allait
vers toi que je portais déjà sur mes épaules
comme une douce pluie qui ne sèche jamais.

Tu ne remuais encore que par quelque paupières
quelque pattes d'oiseaux dans les vitres gelées
je ne voyais en toi que cette solitude
qui posait ses deux mains de feuille sur mon cou.

Et pourtant c'était toi dans le clair de ma vie
ce grand tapage matinal qui m'éveillait.
Tous mes oiseaux tous mes vaisseaux tous mes pays
ces astres ces millions d'astres qui se levaient.

Ah que tu parlais bien quand toutes les fenêtres
pétillaient dans le soir ainsi qu'un vin nouveau.
Quand les portes s'ouvraient sur des villes légères
où nous allions tous deux enlacés par les rues.

Tu venais de si loin derrière ton visage
que je ne savais plus à chaque battement
si mon coeur durerait jusqu'au temps de toi-même
où tu serais en moi plus forte que mon sang.

(de Hélène au le règne végétal)

Y la traducción:

II

Yo te esperaba igual que se espera a los barcos
en años de sequía cuando el trigo no alcanza
la altura de un oído que pegado a la hierba
escucha temeroso la voz grande del tiempo.

Te esperaba y los muelles y todos los caminos
sonaron con los pasos ardorosos que iban
hacia ti a quien llevaba ya a cuestas en mis hombros
como una lluvia suave que no se seca nunca.

No te movías más que por algunos párpados
algunas patas de aves en los vidrios helados
yo no veía en ti sino esta soledad
que ponía en mi cuello sus dos manos de fronda.

Mas ya eras en la luz de mi vida ese enorme
bullicio matinal con que me despertaba.
Todas mis aves todos mis barcos mis países
esos astros millones de astros que se alzaban.

Ah qué bien lo decías cuando en la tarde todas
las ventanas brillaban igual que un vino nuevo.
Cuando las puertas daban a ciudades ligeras
en que íbamos los dos agarrados por las calles.

Venías de tan lejos por detrás de tu rostro
que con cada latido del corazón dudaba
si aguantaría hasta el tiempo de ti misma
cuando fueras en mí más fuerte que mi sangre.

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Avenir

Tu seras pur:
trois robes,
un bol où tombera l'aumône.
Tu seras bon:
la joue,
puis l'autre joue pour qu'on la frappe.
Tu seras fort:
ta vie,
puis l'autre vie où tu deviendras dieu.
Tu seras humble
comme un caillou,
comme un pinson sortant de l'oeuf.
Tu seras ce que tu dois être
pour quelque vérité,
pour quelque amour,
pour quelque ordre invisible.
Et tu seras récompensé,
bête de somme et de grand rêve.
Et tu seras puni,
bête chargée de pierres
et de néant.
Tu ne seras jamais toi-même.

(de Le livre du doute et de la grâce)

Y la traducción:

Futuro

Serás puro:
tres vestidos,
una escudilla para recoger la limosna.
Serás bueno:
la mejilla,
luego la otra mejilla para que te abofeteen.
Serás fuerte:
tu vida,
luego la otra vida en la que te transformarás en dios.
Serás humilde
como un guijarro,
como un pinzón que sale del huevo.
Serás lo que debes ser
para alguna verdad,
para algún amor,
para algún orden invisible.
Y serás recompensado,
bestia de carga y de ensueños.
Y serás castigado,
animal cargado de piedras
y de nada.
Nunca serás tú mismo.

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Méfait du verbe

j'ai souvenir
d'un souvenir
où tout était visage de rosée
soleil intime entre les doigts
fleuve à genoux
pour recevoir une caresse
j'ai souvenir
d'un souvenir
où tu étais précise et pure
et c'est la poésie déjà
qui t'invite aou suicide
puisque souffle après souffle
je t'invente et t'invente et t'invente
et nous perds tous les deux
à te réinventer.

(de Quatre testaments et autres poèmes)

Y la traducción a continuación:

Fechorías del verbo

tengo el recuerdo
de un recuerdo
donde todo era rostro de rocío
sol íntimo entre los dedos
río puesto de rodillas
para recibir una caricia
tengo el recuerdo
de un recuerdo
donde eras precisa y pura
y ahora es el poema
quien te invita al suicidio
porque según respiro
te invento y te invento y te invento
y nos pierdes a los dos
por reinventarte.

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Grâces

Tu dois dire merci à cette chair,
de t'avoir mis au monde:
un azur infernal.
Tu dois dire merci à l'inconnu,
que par respect ou par défi tu nommes Dieu.
Tu dois dire merci
- elle mérite la tendresse -
à cette rose qui n'est rose
que pour te faire mal.
Tu dois dire merci à ce vieux fleuve
puisque tu le vénères,
voulant te comparer à lui.
Tu dois dire merci à cet oiseau,
rossignol ou vautour,
de n'être pas semblable à toi.
Tu dois dire merci, quarrante fois merci,
face à cet océan, pour le plaisir du mot
et pour la volupté du verbe.
Tu dois dire merci
au doute, à la merveille, à la métamorphose,
car ils t'obligent
à te réinventer.
Tu dois dire merci à cette mort
qui te rend à la flamme, à la neige et au sable
dont tu es fait mais que ont pour honneur
de te défaire.

(de Demains sans moi)

Y la traducción a continuación:

Agradecimientos

Debes dar las gracias a esta carne
por haberte puesto en el mundo:
un cielo infernal.
Debes dar las gracias a lo desconocido
que por respeto o por desafío llamas Dios.
Debes dar las gracias
- merece tu ternura -
a esta rosa que no es rosa
sino para hacerte daño.
Debes dar las gracias a este viejo río
ya que lo veneras
queriéndote comparar con él.
Debes dar las gracias a esta ave,
ruiseñor o buitre,
por no ser parecida a ti.
Debes dar las gracias, cuarenta veces gracias,
frente a este océano, por el placer de la palabra
y por la voluptuosidad del verbo.
Debes dar las gracias
a la duda, a la maravilla, a la metamorfosis,
porque te obligan
a reinventarte.
Debes dar las gracias a esta muerte
que te devuelve a la llama, a la nieve, a la arena
de las que estás hecho, pero que consideran un honor
el deshacerte.

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No quiero que te vayas

>> 4 de junio de 2012

No quiero que te vayas,
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo.


(de La voz a ti debida)

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Poema de las cosas

>> 1 de junio de 2012

Quizás estando sola, de noche, en tu aposento
oirás que alguien te llama sin que tú sepas quién
y aprenderás entonces que hay cosas como el viento
que existen ciertamente, pero que no se ven.

Y también es posible que una tarde de hastío
como florece un surco te renazca un afán
y aprenderás entonces que hay cosas como el río
que se están yendo siempre, pero que no se van.

O al cruzar una calle, tu corazón risueño
recordará una pena que no tuviste ayer
y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño,
cosas que nunca han sido, pero que pueden ser.

Por más que tu prefieras ignorar estas cosas
sabrás por qué suspiras oyendo una canción
y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,
cosas que son hermosas sin saber que lo son.

Y una tarde cualquiera sentirás que te has ido
y un soplo de ceniza secará tu jardín
y aprenderás entonces que el tiempo y el olvido
son las únicas cosas que nunca tienen fin.

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Carta sin fecha

Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.

Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizás mañana nos olvide a los dos.

Ya ves: ahora es de noche, yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.

¡Qué importa lo que sueña! Déjala así, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.

Quédate tú con ella. Yo seguiré mi camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para ti.C

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Si tú me olvidas

>> 28 de mayo de 2012

Quiero que sepas una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro la luna de cristal,
la rama roja del lento otoño en mi ventana,
si te toco junto al fuego la implacable ceniza o el arrugado cuerpo de la leña.
Todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran de pequeños barcos que navegan hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto me olvidas no me busques que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco el viento de banderas que pasa por mi vida y te decides a dejarme a la orilla del corazón en que tengo raíces,
piensa que en ese día,
a esa hora levantaré los brazos y saldrán mis raíces a buscar otras tierras.

Pero si cada día cada hora sientes que a mí estás destinada con dulzura implacable.
Si cada día sube una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en ti todo ese fuego se repite,
en mi nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos sin salir de los míos.

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Queda prohibido

>> 16 de mayo de 2012

¿Qué es lo verdaderamente importante?
Busco en mi interior la respuesta,
y me es tan difícil de encontrar.
Falsas ideas invaden mi mente,
acostumbrada a enmascarar lo que no entiende,
aturdida en un mundo de falsas ilusiones,
donde la vanidad, el miedo, la riqueza,
la violencia, el odio, la indiferencia,
se convierten en adorados héroes.
Me preguntas cómo se puede ser feliz,
cómo entre tanta mentira se puede vivir,
es cada uno quien se tiene que responder,
aunque para mí, aquí, ahora y para siempre:
queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos,
sentirme sólo alguna vez.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.
Queda prohibido no demostrarte mi amor,
hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte sólo cuando no te tengo.
Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles sólo cuando les necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.
Queda prohibido no ser yo ante la gente,
fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a toda la gente que me quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hacer mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.
Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,
olvidar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
pensar que con su falta el mundo se termina.
Queda prohibido no crear mi historia,
dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.

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117

>> 6 de mayo de 2012

La única forma de volver es regresar sin haberse ido. Regresar de no pensar, regresar de no ser, regresar de soñar, regresar de los ojos cerrados. Y también de los ojos abiertos.



(De "Casi Ficción")

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33

Vaivén de la ternura,
que llega o se retira
como el sueño en un niño,
manejando distancias
que se acortan o alargan
sin cambiar de medida.

El encuentro y la separación
usan el mismo espacio,
que despierta a veces hacia un lado
y a veces hacia el otro,
como un hombre en su lecho,
compartido o a solas.

La ternura disuelve
esa línea ilusoria
que divide las aguas
de la separación y del encuentro.

Cerca y lejos no existen.
Los crea la ternura
como el mar crea la playa
con el borde inasible
de sus sabias mareas.

(De duodécima poesía vertical)

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Los Puentes

>> 25 de marzo de 2012

¿Qué habría sido de nosotros, di,
si no existieran puentes?
Pero hay puentes, hay puentes. ¿Los recuerdas?

Nada mejor para pasar las noches
sin algas, en que enero
escribe cartas a la primavera
con níveos alfabetos sobre el mundo,
que abrirse la memoria, el viejo álbum,
que lleva en casa varios años
puesto sobre la mesa de la sala
para que se entretengan las visitas.
Voy a abrirlo.
Y como estás dormida y estás lejos
lo podremos mirar sin esa prisa
que tiembla en tu mirada cuando vienes.
Lo podremos mirar, sí, con los ojos
que tú te quitas siempre y que me entregas,
cuando vas a dormir, como sortijas,
para que yo los guarde y no esté ciego.
(Tus ojos son más míos cuando duermes
porque miran a nada o a los sueños,
y yo soy ese sueño, o nada, tuyo.)
Y hoja por hoja
sin miedo a que se escape tu mirada
con algún dios que cruza por la esquina,
iremos, yo, tus ojos y yo, mientras descansas,
bajo los tersos párpados vacíos,
a cazar puentes, puentes como liebres,
por los campos del tiempo que vivimos.
No puede haber un puente
tan breve como éste,
que es el primero que encontramos: tú.
¿Recuerdas cuántas veces
lo hemos cruzado?
Por lejano que se esté si digo: "tú",
si dices: "tú", se pasa invariablemente,
de mí a ti, de ti a mí.
Se pasa
sin sentirlo las alas,
y de pronto me encuentro
en el lugar más bello de tu orilla
a la sombra que me hace siempre el alma
cuyo tierno ramaje inmarcesible
son tus miradas, cuando a mí me miran.
Millones de palabras nos apartan,
nombres propios o verbos,
y hablar de lo demás es siempre un río
que aumenta las distancias de este mundo,
hasta que sin querer se dice: "tú".
"Tú", la palabra sola
por donde un gran amor puede pasar
a las islas felices,
seguro, con su séquito
de caballos alegres y corales.
En el álbum conservo
por si un día te mueres y lo olvidas,
en la página ciento veintidós
y nítida, la estampa
del primer puente o "tú" que nos dijimos.

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52

El gavilán moteado se abate sobre mí y me acusa, se queja de mi locuacidad y mi vagancia.

También yo soy indomable, también yo soy intraducible,
yo hago resonar mi bárbaro aullido sobre los techos del mundo.

Los últimos celajes del día se detienen esperándome
proyectan mi imagen tras el resto, tan verdadera como cualquiera otra en los sombríos yermos,
me instan con halagos hacia la bruma y la penumbra.

Me alejo como aire, agito mis blancos mechones hacia el sol fugitivo,
vierto mi carne en remolinos, y la dejo ir a la deriva en jirones de espuma.

A mí mismo me doy al barro para renacer de la hierba que amo,
si me necesitas de nuevo búscame bajo la suela de tus zapatos.

A duras penas sabrás quién soy o qué significo,
pero no obstante seré saludable para ti
y purificaré y vigorizaré tu sangre.

Si no consigues alcanzarme a la primera, mantén el ánimo,
si no me encuentras en un lugar búscame en otro,
estoy parado en alguna parte, y te espero.

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Muerte indigna

>> 20 de enero de 2012


Una vez me enamoré de una mujer, perdidamente.
Pero no le di ni la hora.
Me enamoré de la peor mujer, la más malvada, la que peor me podía hacer, la que más daño prometía. 
Y el veneno de ese deseo me fue matando lentamente.
Ella, nunca lo supo.

Imagino que ella también se enamoró de mí, porque soy irresistible.
Imposible que no se enamorara de estos hoyuelitos, de esta forma de hablar hasta por los codos, de esta torpeza al caminar, de estos kilos de más, de esta cobardía.
Ella tampoco me dio ni la hora, ni sus minutos, ni nada.
Hacía como si yo no existiese...pero creo (supongo) que le molestaba mi presencia-ausencia.

Las dos nos enamoramos y si bien ambas lo sabíamos, las dos nos silenciamos, nos evitamos, intentamos no forzar la situación, porque era imposible que de un encuentro nuestro no chocaran los planetas. 
Y el universo todo reverdecería. Y sería o todo o nada.

Una vez me enamoré de esa mujer, la más repudiable, esa de la que no debería haberme enamorado. Y este amor platónico, enfermizo, me dejó sin codos...me los mordía antes de llamarla. 
Y sin uñas...me las comía antes de escribirle.

Y la borré del chat, y del Facebook y de todos lados. Eliminé los pocos emails que de ella tenía, donde me pedía datos sobre unas plantas que nadie conocía (patrañas) o aquellos donde me preguntaba boludeces como quien no quiere la cosa, solo para leerme, para oler en la letra de mis correos un poco de mi olor capitalino, a lo lejos. 

Pero no pude borrarla definitivamente de ese rincón oscuro en donde la archivé, y ahora que está podrida dentro mío, hoy que golpea para que la deje volar, o me pide a gritos que la mate de una vez, que le tire veneno para ratas, o le abra la puerta de la cárcel a la cual la condené por haberme gustado tanto...ahora, ya no vale la pena ni siquiera abrir ese portón. Su olor me repele...

Ella también me condenó al olvido. Se arrepintió mil veces de escribirme con excusas falsas. Y hoy ella se lamenta una y mil veces de haber soñado conmigo, de haber tenido las fantasías más crueles, las más perversas, en las cuales me amaba hasta asfixiarme, esos sueños que sin que ella sepa eran coincidentes, porque mientras ella me soñaba de piernas abiertas, sobre su escritorio, yo la pensaba con los ojos abiertos, sentada a mi lado en un cine, eróticamente, libidinosa...algo irreal, pero placentero.

Y mientras ella pensaba que me tocaba, yo me tocaba pensando en ella. Y parece que la energía del universo, mágicamente, unía su tocarme ella a mí con mi propio tocarme y era un juego de manos irreales que iban y venían, como peces en su agua...aprendiendo a quererse sin poseer.

Y en ese rechazarnos continuo, en esa imposibilidad de ser libres, de encontrarnos y estallar, en esa cosa de alejarnos paulatinamente, pisoteando los caminos del deseo sin volver la vista atrás, nos dimos cuenta con el paso de los meses que esa maldita mujer a la que nos enganchamos sin querer, esa que era un tóxico de noche, una fruta podrida en nuestra almohada, esa mujer que nos ahogaba en cada suspiro, bajo la ducha, mezclando nuestros líquidos con lágrimas, esa mujer...debía indefectiblemente morir en nuestras manos.

Y así, entonces, ella me mató a mí, sentí su daga. No lo dudó..o sí...yo la vi segura venir hacia mí con el arma en la mano, apretando los dientes, diciendo “basta” a tanto divague.

Y yo, en mi último suspiro, la maté de un tiro por la espalda. 
No podía verle la cara a la mal nacida a la que tanto amor no le pude dar.

Ella me clavó esa daga oxidada, la daga de su resentimiento, de sus abandonos, de sus soledades.
Yo le disparé de lejos, casi sin mirar su rostro desfallecer.

Y las dos nos fuimos muriendo de a poco...una para la otra, indiferentes al dolor, conscientes de un amor que no quiso ser, que nunca fue, que se quedó en espera.

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Salir con chicas que no leen / Salir con chicas que leen

>> 19 de enero de 2012


Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)
Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. 

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta. 

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe. 

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato. 

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida. 

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza. 

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.



Sal con una chica que lee (Por Rosemary Urquico)
 
Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca. 

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella. 

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace. 

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo. 

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos. 

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la sagaCrepúsculo

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.


Había leído este artículo hace un tiempito acá y me lo recordó hoy una lectora de mi otro blog. Abrazos para Colombia.

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