Amor, cuando te digan que te olvidé, y aun cuando sea yo quien lo dice, cuando yo te lo diga, no me creas, quién y cómo podrían cortarte de mi pecho?

M

>> 29 de diciembre de 2009

y fui tras ella

una parte de mi sabía
que éste era un gesto desgraciado

tendría que haber reconocido
su turbulenta vanidad
tendría que haber sabido
que lo que ofrecía no era más
que un espejismo

en el fondo debía tener algo
que ver con mi sensación de tormento
de agonía

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Océano mar -fragmento

>> 6 de diciembre de 2009

En las tierras de Carewall no cesarían nunca de contar esta historia. Si la conocieran. No cesarían nunca. Cada uno a su manera, pero todos continuarían contando lo de aquellos dos y lo de aquella noche entera transcurrida restituyéndose la vida, el uno a la otra, con los labios y con las manos, una muchachita que no ha visto nunca nada y un hombre que ha visto demasiado, el uno dentro de la otra -cada palmo de la piel es un viaje, de descubrimiento, de retorno -en la boca de Adams sintiendo el sabor del mundo, en el pecho de Elisewin olvidándolo -en el regazo de aquella noche tumultuosa, negra tempestad, ascuas de espuma en la oscuridad, olas como montañas desmoronadas, ruido, ráfagas sonoras, furiosas, de sonido y de velocidad, lanzadas a ras de agua, en los nervios del mundo, mar océana, coloso rezumante, tumultuoso -suspiros, suspiros en la garganta de Elisewin -terciopelo que vuela -suspiros a cada nuevo paso en ese mundo que corona montes nunca vistos y lagos de formas impensables -sobre el vientre de Adams el peso blanco de esa muchachita que se balancea con música mudas -quién hubiera dicho que al besar los ojos de un hombre se pudiera ver tan lejos -al acariciar las piernas de una muchachita se pudiera correr tan rápido y huir -huir de todo -ver lejos -venían de los dos extremos más alejados de la vida, eso es lo sorprendente, pensar que nunca se habrían rozado salvo atravesando de punta a punta el universo, y en cambio ni siquiera habían tenido que buscarse, eso es lo increíble, y lo único difícil había sido reconocerse, reconocerse, cosa de un instante, la primera mirada y ya lo sabían, eso es lo maravilloso -eso seguirían contándolo para siempre en las tierras de Carewall, para que nadie pueda olvidar que nunca se está lo bastante lejos para encontrarse, nunca -lo bastante lejos- para encontrarse -lo estaban aquellos dos, alejados, más que nadie y ahora -grita la voz de Elisewin, por los ríos de historias que fue fuerzan su alma, y Adams llora, sintiendo aquellas historias deslizarse, al final, finalmente, finalizadas -quizás el mundo sea una herida y alguien esté cosiéndola en aquellos dos cuerpos que se mezclan -y ni siquiera es amor, eso es lo sorprendente, sino manos, y piel, labios, estupor, sexo, sabor -tristeza, tal vez -incluso tristeza -deseo -cuando lo cuenten no dirán la palabra amor -dirán mil palabras, callarán amor -calla todo, alrededor, cuando de repente Elisewin siente que se le quiebra la espalda y se le queda en blanco la mente, aprieta a ese hombre en su interior, le coge las manos y piensa: moriré. Siente que se le quiebra la espalda y se le queda en blanco la mente, aprieta a ese hombre en su interior, le coge las manos y, ya veis, no morirá.

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