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>> 6 de enero de 2009
Confundo los nombres de la gente,
pero no sus silencios.
Confundo las hojas de los árboles,
pero nunca su sombra.
Confundo en la caricia
tu tacto con el mío,
pero no tu mano con mi mano.
Confundo tu mirada y mi mirada,
pero no tus ojos y mis ojos.
Confundo mi presencia con mi ausencia,
pero nunca tu ausencia y tu presencia.
Confundo aquel dios que antes tenía
con el dios que ahora no tengo,
pero no con el que crearon mis palabras
en el medio de ambos.
Confundo muchas veces la vida con la muerte,
pero nunca la muerte con la vida.
Confundo la materia y el vacío,
pero nunca el vacío y un vacío.
Y temo dar el paso que aún no he dado:
confundir todo lo que confundo
con lo que no confundo
o tal vez no confundir ya nada.
Sin embargo, ya no sé
si confundir algo con algo
es sólo un subterfugio
para no confundirlos.
Y no confundir algo con algo,
nada más que un retraso
de la confusión total.
(De "Decimocuarta poesía vertical")
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