Amor, cuando te digan que te olvidé, y aun cuando sea yo quien lo dice, cuando yo te lo diga, no me creas, quién y cómo podrían cortarte de mi pecho?

Vos porque no tenés hijos

>> 6 de mayo de 2008

(Esta nota salió en crítica digital el 05/05/08)

Padres: la responsabilidad es de ustedes. Son ustedes quienes no saben decir no. Tampoco saben decir sí. Y no tienen idea de por qué decir sí o por qué decir no.
Sin embargo, están tan enceguecidos con el mandato milenario de la santidad de la maternidad y la paternidad que nunca se van a hacer cargo. De acuerdo, a muchos de ustedes casi lo único que les pasó en la vida es ser madre o padre. (Al menos es lo que se puede colegir de las conversaciones de cumpleaños de gente de mi edad: aviso, no me inviten a cumpleaños de gente de mi edad, no pienso soportar una conversación más sobre cuotas de colegio, color y consistencia de la caquita mañanera o precios y marcas de óleo calcáreo.) Pero ¿vieron a sus hijos?; ¿los vieron como los vemos todos los que no somos padres de sus hijos?; ¿no les dan un poco de vergüenza? De acuerdo, no lo confiesen pero ¿no les dan un poco de vergüenza a veces? Bueno, debería.
Todos esos chicos que se revientan a navajazos, todas esas nenas que tienen como único norte cantar las canciones de Patito feo y mostrar lascivamente tetitas que no tienen, todos esos nenes discriminadores, groseros, brutos, sobreinformados de la nada, maleducados: son su obra. No es la televisión, no son las maestras, no es Cristina. Son ustedes.
Padres y madres argentinos que no saben serlo, que se quedan cortos de autoridad y largos de desconcierto. Son ustedes.
Los padres. Que no son los reyes. Los reyes son los nenes y hacen lo que se les canta y nosotros, que no tenemos hijos por decisión propia, no queremos ser sus súbditos.
Hay una edad –que pasé hace un tiempo– en que uno no es padre. Así, sencillamente. Uno viene siendo un joven, pasa a ser un adulto y ahí ya tiene que explicar que no, que no tiene hijos. Que no es padre. Quienes no tienen padres son huérfanos. Quienes no tienen hijos no tienen nombre. No tenemos nombre. No hay nombre para designar a aquellas personas que, llegadas a la edad en que la que podrían serlo, no son padres. ¿Por qué? Parece que a algunas mayorías les resulta difícil aceptar que algunos no queremos ser padres o madres. Que pensamos que es un trabajo para el que no estamos capacitados, que el mundo continuará andando porque la cosecha de hombres y mujeres nunca se acaba, pero que nosotros, mejor, contribuimos de otra manera. Sin embargo, está lleno de padres por default. Son mayoría. No los que se cuestionaron para qué traer –más allá del egoísmo de sentirse alguien– una persona a este mundo que todo el tiempo está avisándote que no necesita a nadie más, sino quienes ni se plantean que están fabricando más gente de la que el planeta quiere soportar. La naturaleza, que tanto pregonan, no sabe cómo hacer para decirles que basta, que hay que parar de tener hijos por dos años.
Están convencidos de que son moralmente mejores por haber traído esos delincuentes juveniles a este mundo.
Sean las retenciones, la legalización de la marihuana, la violencia en el fútbol o las peleítas mediáticas del momento, nunca falta el superhombre o la supermujer que amonesta: “Vos porque no tenés hijos”. Una descalificación que te deja afuera de cualquier discusión y que se basa en la creencia chunga de que para ser un ser humano completo hay que dejar descendencia bípeda.
Ya está, ya le dieron al mundo un vástago: cumplieron. Y desde esa maternal/paternal superioridad te quieren hacer sentir un obtuso.
Nadie los preparó para asumir la tarea en la que pierden sus mejores años: en general les sale mal, les tiran sus traumas a los chicos, los hacen competir carreras personales, no los tienen en cuenta, los muestran como toros campeones en una exposición y, horror, los padres que son músicos, les escriben a sus hijos canciones horribles que después todos tenemos que escuchar por la radio.
Y se convierten en personas mezquinas y poco solidarias: tienen que pensar en su familia, en sus hijos. Hacerlo “por los hijos” justifica cualquier agachada: “No puedo hacer paro, tengo hijos”. “Te tuve que deschavar, tengo hijos”.
“No, yo no puedo, tengo hijos”. ¿Y yo qué culpa tengo? ¿Por qué trasladan la responsabilidad a todo el grupo? ¿Quién te obligó a convertirte en padre, a no ser tu propia falta de objetivos mejores?
No se consideran completos sino tienen hijos, pero después los tienen y no saben para qué.
No saben educarlos ni prepararlos para casi nada.
No saben ganarse su respeto y, muchas veces, ni siquiera su cariño.
Paren de tener hijos por dos años. Van a ver que se pone bueno. Te lo digo yo, que no tengo hijos.

Tanto jodió esta nota que, al día siguiente se publicó ésta otra:

Los padres perfectos

Se aceptan las reglas inherentes al medio: el comment de internet es anónimo, instantáneo y, como tal, tiene más que ver con la descarga inmediata de la emoción –sin intermediarios– que con una razonada intervención con argumentos de peso. Se acepta también que fue una decisión consciente el uso del descaro de parte del autor (que vengo a ser yo) de la contratapa del diario de ayer, “Vos porque no tenés hijos”. Sí, quise que hubiera esto que hubo y que suena tan estimulante. Padres y no padres en discusión sobre modos y modales de educación. Enojadísimos algunos –sí, se les va la vida en ello–, más relajados otros.
En el termómetro habitual de www.criticadigital.com los lectores decidieron que querían decir alguna cosa sobre mi patada de ayer.
Bien, debatamos, que no es menor. Es no sólo el futuro sino también el presente.
Se me acusa de generalizar. La verdad, no. Digo que “está lleno de padres por default. Son mayoría”. Bien, ahí queda claro que no generalizo. Que me refiero a quienes considero –sí, claro, arbitrariamente y sobre la base de cuatro datos que observo y nada más– padres por default. Se llenó la página de maravillosos padres que defienden a sus maravillosos hijos y que hablan de la decisión con la que encararon el momento de tener un vástago y la responsabilidad y el compromiso de tener una boca que alimentar y una vida que encarrilar. De acuerdo, es claro que ustedes no son padres por default. También es claro que no aprobaron comprensión de texto.
No sé si hablo desde el resentimiento como tantos se han animado a afirmar. Me alegra que me conozcan tanto, pero no sé. Si un resentido es alguien que re-siente, que siente dos veces, no me molesta. Pero no sé por qué sería un re-sentido en este caso. ¿Por qué será que los padres (sí, dale, algunos padres) no aceptan que no querer tener hijos es nada más que eso, no querer? No hay resentimiento, no hay nada.
Esa imposibilidad de entender al otro es lo que suena grave. Vuelvo a leer lo que escribí por si me perdí algo. Sigo sin encontrar el odio que me han achacado; ¿dónde el odio?
A ver, ¿hay chicos que se revientan a navajazos en las escuelas? ¿Hay nenitas sobreexcitadas que reciben el aplauso de sus padres por copiar modos y posturas de gatos televisivos? ¿Hay nenes brutos, maleducados, discriminadores y groseros? Bueno, yo los veo. A diario.
Sin embargo, si digo que existen, me mueve el odio. ¿Por qué? ¿Será que uso anteojos que me hacen ver todo eso horrible donde en realidad sólo hay maravillosos querubines cuestionadores pero respetuosos, divertidos e inteligentes? ¿Veo eso porque me mueve el odio y el resentimiento? ¿O el odio y el resentimiento se desprenderán del hecho de que no me conmueve que tengan doce años y ya sean insoportables?
Alguien habla de una discusión estéril. Es paradójico, si la discusión le parece estéril, ¿para qué participa? ¡Para decir que es estéril!
Soy, en general, políticamente correcto. Creo que todo lo que nos rodea es tan incorrecto que no me causan gracia la discriminación, el ninguneo, la glorificación de la ignorancia. Sin embargo, el texto en cuestión es políticamente incorrecto. No es casualidad. Hay algo que no permite hablar de la maravillosa relación progenitor/hijo en términos no encomiásticos. Es sagrada. Al sacralizarla se destruye la posibilidad de la discusión. Y eso es autoritarismo.
Algunas cuestiones personales que se mencionan en los comments no serán tema de discusión aquí porque, por suerte, lo que se debate es mucho más importante de lo que me haya llevado a pensar esto.
Lo último: la próxima vez que vayas a decir: “Vos porque no tenés hijos”, pensalo dos veces. Gracias.

Sólo algunos de los 200 mensajes recibidos en la página

* María: -Nunca me gustaron las generalizaciones, y creo que las estás haciendo desde el pedestal en el que creés estar por ser periodista y tener a tu disposición unas líneas para expresar tus ideas. Pero debés saber que una cosa es poner como escudo y excusa a tus hijos y otra muy distinta mirarte el ombligo toda la vida, con la acidez y el sabor amargo a no tener –aún– asumida la decisión de no ser padre.

* Bárbara (35): –¡Qué suerte que tipos como vos deciden no tener hijos!

* Leonardo (39): –Muy buena la nota de Bazán. Comparto casi el 100% –para no exagerar. Algunas cosas se podrían incluso parodiar en mayor medida, pero así está bien. Debo aclarar, aunque me molesta hacerlo, porque caigo en la absurda división humano con hijo/humano sin hijo, que ridiculiza la nota, que sí tengo hijos. Y que eso no me impide suscribir lo sostenido en la nota, porque sucede tal cual allí se narra.

* Soledad Míguez (25):
–Bazán, simplemente, impecable. Dijiste todo lo que muchos pensamos y en nuestros círculos expresamos, gracias por subir la voz para que te escuchen. Si al menos a uno hicieron reflexionar estas palabras, se logró el cometido.

* Silvina (39):
–Coincido con alguien que dijo que hablás desde el resentimiento. Si quisiste ser gracioso, a mí no me causaste gracia. Soy mamá de un nene de siete años. O sea: opino porque tengo un hijo. No me gustó para nada. Saludos.

* PM (30): –¡¡¡Grande, Bazán!!! ¡¡¡Adoptame!!!

* Gustavo (28): –Me pareció resentida, llena de estupideces. Tengo dos hijos hermosos y tuve un padre fantástico, me parece que a vos te faltó. Jorge Lanata, no sé cómo dejaste publicar esta nota patética, me asombra.

* Clau:
–Excelente lo que planteás, es así, tal cual, yo tengo una hija de 18 años, y fui maestra muchos años. Lo que decís lo vi durante todos los años de docencia, y lo sufrí también, y como madre también lo viví junto a mi hija y sus compañeros/amigos, además de verlo cotidianamente en la calle.

3 comentarios:

Luz 15 de mayo de 2008, 23:59  

Hey como es que redescubro hoy este blogs,,, por segunda o terdera vez.- Me gusta mucho.-

La naturalizacion de la Maternidad paternidad a estas alturas deberia estar superada.-


Un beso chicas.-
PD: Esto viene en relacion al otro blogs.- Mis mas profundos deseos de la llegada de ese hijo.-
Un beso

Gabriela Aguirre 16 de mayo de 2008, 8:34  


luz: Claro que debería, pero no lo van a hacer, también es una forma de control esto del mal llamado "instinto materno" que puede ser cualquier cosa menos instintivo.
Los demás no lo van a hacer, lo tendremos que hacer nosotras/os, aunque sea desde el costadito de realidad que nos roce.
Gracias por tus deseos.
También te leemos.
Besos a las dos de las dos.

Anónimo,  4 de septiembre de 2015, 4:38  

Sueño con ver embarazada a mi mujer y sin embargo debo admitir que este tipo tiene toda la razón del mundo.

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