Amor, cuando te digan que te olvidé, y aun cuando sea yo quien lo dice, cuando yo te lo diga, no me creas, quién y cómo podrían cortarte de mi pecho?

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>> 31 de agosto de 2007



Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejadop los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.

¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tán fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amor consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís del concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos de verano. Pero un mismo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los retorcimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua... (...).


Notita al pie: Supongo que para nadie que no haya amado tanto a Rayuela puede un simple capítulo (más precisamente, la mitad de un capítulo) movilizarle tantas emociones.
Lo leí y releí en la adolescencia y ahora vuelvo a él como se
vuelve al barrio donde nacimos y comienzo a descubrir aspectos que antes no había sabido valorar -creo que porque no soy la misma lectora de entonces-, las discusiones existencialistas, los juegos de palabras, el humor, el romanticismo, eso sí, un romanticismo sin tanta palabrería romántica no?, con esa manera de describir por oposición ("ternura rencorosa", "luz negra"...), las contradicciones ("meterlos en su mundo sin pretender nunca meterlos en su mundo, pero metiéndolos").
Rayuela fue tema de conversación en tardes de mates, partes de sus capítulos sirvieron para dedicatorias y es, claro, parte de mi vida (no sólo literaria).
.
.
Un regalito.


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XLV

>> 29 de agosto de 2007

puedo admitir que
aquello que nos unió
fue un amor bello
pero fatigoso

aunque en la distancia
el cansancio se disuelve
y sólo permanece
la belleza

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La homosexualidad no es nada

>> 28 de agosto de 2007



Y algún día, finalmente, se habrá de saber la verdad tan celosamente guardada: la homosexualidad no es nada. No lo era en un principio y no lo será en el futuro. Cuando saquemos del medio todos los incendios y todas las torturas y todas las mentiras y todo el odio y toda la ignorancia y todo el prejuicio, descubriremos que no hay nada.

Aprendí después de este viaje alucinante que un porcentaje siempre más o menos similar de la población, a lo largo de los siglos, en todas las culturas, en todos los continentes, ha sentido un ansia más o menos similar a la mía.

Eso es, con muchos de ellos, lo único que tengo en común.

Sin embargo, como ese ansia muchas veces fue y continúa siendo castigada irracionalmente -esto debería quedar claro, irracionalmente- nos hemos convertido en una inmensa minoría que al ansia original, le hemos debido agregar otros rasgos comunes.

Aprendimos a mentirnos primero, a mentir después. A escondernos, a desvalorizarnos, a despreciarnos. A no confiar en nuestra familia más cercana (sostengo que es imposible para cualquier heterosexual, incluso el más abierto, saber lo que eso significa. Los nenes negros, los nenes judíos siempre tuvieron en su casa un lugar en donde resguardarse de las estúpidas ofensas externas. El primer lugar en donde un nene homosexual es ofendido es su propia casa (...)). A no hablar. A aceptar resignadamente que las cosas son así. A avergonzarnos de cada gesto íntimo.

No era nada y después fue pecado (no fue Dios, fue un grupo de personas el que lo decretó) y después fue una enfermedad (tan arbitrariamente que un día dejó de serlo) y también fue un delito (usado siempre discrecionalmente). Y después fue todo junto: pecado, enfermedad y delito. ¿Cómo reaccionar teniendo en contra la religión, la ciencia y el Estado?

El día en que nació el concepto de "orgullo gay", comenzó a frenarse la injusticia. Enorgullecerse de eso que buscan que te averguence fue el digno frente al avallasamiento con que la mayoría se relacionó con nosotros.

"¿Qué necesidad tienen de contarlo?", preguntan algunos todavía. Como si pudiésemos existir sin decirlo. Solo al nombrarnos existimos. Hay algunos que incluso no se dan cuenta de que no quieren que nos nombremos porque no quieren que existamos.

"Si todos fueran homosexuales, la humanidad no tendría futuro". Es mentira, los homosexuales no somos infértiles. Pero no es iguales. Eso es un delirio de algunos heterosexuales. A nosotros no se nos ocurre que todos deberían ser como nosotros. A muchos heterosexuales, sí.

Desorientados frente a nuestro orgullo y nuestros avances, algunos heterosexuales piden comprensión. "¿No comprenden lo que nos pasa a nosotros?", preguntan, asombrados de que nos neguemos a pedir permiso para existir. Suelo exagerar pero me imagino al torturador diciéndole al torturado en la camilla de tormentos: "No te quejes, ¿no entendés lo que me pasa? ¿Te parece que es fácil verte así, sangrando?". El mundo está demasiado raro: los hijos gay son los que tiene que terminar entendiendo a sus padres. ¿Cómo pueden pedir eso?

- Viejos, quería decirles que estoy de novio.

- ¡Qué alegría, nene! ¿Con un chico o con una chica?

Algún día va a ocurrir. Me gustaría estar ahí. Por eso escribí este libro. Porque la homsexualidad volverá a ser lo que nunca debió dejar de ser: nada.

Epílogo del libro "Historia de la homosexualidad en la Argentina" de
Osvaldo Bazán.

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I

>> 27 de agosto de 2007

supongamos que tiene los ojos cansados
que viene con los brazos abiertos
el alma toda estrella

supongamos que la encuentro
en el otoño de un amor
que se deshoja
y que mi mano vuela a su cintura
con la naturalidad de lo contínuo

supongamos que puedo
apagar la urgencia
en arrancarme de su abrazo
por no explicar
-no explicarle
no explicarme-

supongamos que no tengo miedo

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No tenemos un lenguaje

>> 26 de agosto de 2007


No tenemos un lenguaje para los finales,
para la caída del amor,
para los concentrados laberintos de la agonía,
para el amordazado escándalo
de los hundimientos irrevocables.

¿Cómo decirle a quién nos abandona
o a quien abandonamos
que agregar otra ausencia a la ausencia
es ahogar todos los nombres
y levantar un muro
alrededor de cada imágen?

¿Cómo hacer señas a quien muere,
cuando todos los gestos se han secado,
las distancias se confunden en un caos imprevisto,
las proximidades se derrumban con pájaros enfermos
y el tallo del dolor
su quiebra como la lanzadera
de un telar descompuesto?

¿O cómo hablarse cada uno a sí mismo
cuando nada, cuando nadie ya habla,
cuando las estrellas y los rostros son secreciones neutras
de un mundo que ha perdido
su memoria de ser mundo?

Quizá un lenguaje para los finales
exija la total abolición de los otros lenguajes,
la imperturbable síntesis
de las tierras arrasadas.

O tal vez crear un habla de intersticios,
que reúna los mínimos espacios
entreverados entre el silencio y la palabra
y las ignotas partículas sin codicia
que sólo allí promulgan
la equivalencia última
del abandono y el encuentro.
Notita al pie: Juarroz es un descubrimiento un tanto
nuevo. Dejo el comentario para un futuro próximo.

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A ti sólo se llega por ti


A ti sólo se llega
por ti. Te espero.

Yo sí que sé dónde estoy,
mi ciudad, la calle, el nombre
por el que todos me llaman.
Pero no sé dónde estuve
contigo.
Allí me llevaste tú.

¿Como
iba a aprender el camino
si yo no miraba a nada
más que a ti,
si el camino era tu andar,
y el final
fue cuando tú te paraste?
¿Que más podía haber ya
que tú ofrecida, mirándome?

Pero ahora,
¡qué desterrado, qué ausente
es estar donde uno está!
Espero, pasan los trenes,
los azares, las miradas.
Me llevarían adonde
nunca he estado. Pero yo
no quiero los cielos nuevos.
Yo quiero estar donde estuve.
Contigo, volver.
¡Qué novedad tan immensa
eso, volver otra vez,
repetir lo nunca igual
de aquel asombro infinito!

Y mientras no vengas tú
yo me quedaré en la orilla
de los vuelos, de los sueños,
de las estelas, inmovíl.
Porque sé que adonde estuve
ni alas, ni ruedas, ni velas
llevan.
Todas van extraviadas.
Porque sé que adonde estuve
sólo
se va contigo, por ti.
Notita al pie: Don Pedro Salinas ha sido mi poeta favorito de todos los tiempos. El enorme libraco "Obra Completa" me acompañó durante años en la mochila (así quedó...) y, creo sinceramente, que es la mejor poesía de amor jamás escrita. Supongo que lo que más me atrae de su poesía es la sencillez con la que habla, pero no es solamente eso, hay un elemento de profunda belleza que, en mi ignorancia, no logro identificar... aunque tampoco haga falta.

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XXXI

>> 25 de agosto de 2007

cuando ella llega
todo lo demás
parece deshacerse
cuando viene a mí
dotada de una especie de resplandor
trae consigo una vibración
un tono fundamental
y todo en mi interior se agita

y si me vuelvo
veo que me está mirando
con una sonrisa casi arrepentida
y si estoy hablando
me detengo con la mente en blanco

cuando se acerca
todo lo demás se detiene
se desarma
me alejo del mundo
y lo dejo atrás

cuando ella llega llego con ella

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